LA SOMBRA DE LOS PINARES Y MARISOL

 

Marisol



El comisario cierra la puerta de su coche y observa a Pablo alejarse desde el espejo retrovisor, el tren para Salamanca lo llevará a casa, lejos de la pesadilla de la investigación. Una extraña sensación de angustia es la que acompaña al comisario hacia la casa de Alberto. La charla con el padre no puede esperar más. Enfila la carretera que lleva al Bosque de los Pinares, y gira antes de desaparecer en la oscuridad de la sombra de los árboles. No muy lejos de allí se encuentra el pozo, trata de divisarlo entre las curvas, pero de repente un hombre aparece en el medio de la calle. El comisario frena, y por poco no lo atropella:

¡Qué susto me he llevado! Señor, ¡espere!” La palabras no alcanzan la silueta negra en fuga, y el comisario, con el corazón que late como un tambor en su pecho, endereza el coche y vuelve a recorrer las eses que las curvas forman.

La casa de la familia de Alberto, es muy grande: un jardín, un patio con un balancín y unos columpios que seguro sirvieron para divertir a los niños de una familia numerosa. Una chica que, ronderá los treinta, deja de recoger la colada y se dirige hacia la cancela. Una mujer con ojos azules, pelo rubio largo y liso.

    Hola, buenos días. Soy el comisario García Gómez. He venido para hablar con el padre de Alberto.”

    Buenos días, lo siento pero no está. Volverá mañana, mejor que pase otro día. Soy Marisol y trabajo para la familia.”

    ¿Le importa si le hago unas preguntas? Serán solo unos minutos...”

    Vale, pero solo unos minutos porque dentro de poco estará de vuelta Isabel, y no le hará mucha gracia verme hablar con usted”

    Me ha dicho que trabaja aquí, ¿es correcto?”

    Sí. Isabel y Alejandro me contrataron hace mucho tiempo, cuando los hijos era niños, después de la desaparición de su hijo Alberto. Le tengo mucho cariño a esta familia aunque ahora les echo una mano con las tareas domésticas, algún recado. He ayudado a Isabel en sus momentos oscuros, porque sé lo que se siente perder un hijo. Jamás pensé que sentiría tanto dolor. Un dolor que deja huella para toda la vida. Todas las tardes iba a buscar a mi hijo al jardín de infancia, que está a pocos kilómetros de mi casa. Hace cuatro años tuve un accidente, pero él también estaba en el auto. Ese maldido día un camión nos golpeó violentamente. Terminé en el hospital en coma y cuando desperté supe que mi hijo había muerto. A partir de ese día decidí cuidar niños, para dar el cariño que quería darle a los hijos de Isabel. Tenía una relación maravillosa con Alberto, para él yo era como una hermana. Me contaba todo, aunque en el período antes de su desaparición, me parecía extraño y tuve la sensación de que me ocultaba algo. Entonces comencé a buscar pistas en su habitación y encontré un diario, su diario. No abrí la habitación porque no me parecía justo, pero sabía que contenía algo extraño y misterioso”.

    ¿A qué se refiere con misterioso?”

    Comisario, allí viene el coche de Isabel. Ahora, es mejor que se vaya. Pase otro día, encontrará a Alejandro..”

    No, Marisol, espere, solo un momento..¿qué escondía el pozo?”

    No puedo contarle más, pero se está acercando a la verdad. El pozo es el secreto..¡Hasta pronto comisario!”

    Ah, una última cosa. ¿Quién vive en el bosque? Es que al venir, un hombre me cruzó de repente la calle, y se fue corriendo hacia el bosque”

    ¿No ha oído hablar del hechicero? La gente dice que vive con una vieja...una media bruja, les tienen miedo y piensan que traen mala suerte”

El comisario aún más perplejo se despide, mientras Isabel baja de un coche gris. Se acerca a Marisol y le pregunta:

    ¿Qué quería?”

    Nada, simplemente saber si Alejandro estaba.”

Marianna G., III B


Fuente de imagen:https://pixabay.com/es/photos/ni%C3%B1a-cabello-soplado-rubia-mujer-1246525/

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